Al desprenderse el calendario de su penúltima hoja, el mundo globalizado estalla en una lluvia de estrellas multicolores que inundan calles y escaparates, mostrándonos el camino hacia la Navidad y sus templos más sagrados, véase "las grandes superficies comerciales".
Cada tienda más decorada que la anterior. Con la música más alta que la anterior. Para seducirnos a entrar y perdernos entre sus montañas de productos.
Porque ya se sabe, que hasta el gato debe recibir un buen regalo, no vaya a deprimirse el pobre y la fastidiemos.
El año pasado, mi mamá me soltó un momento de la mano y una marea enfervorecida me arrastró hacia las cajas. Gracias a un amable y apuesto reponedor mi vida fue salvada para gran júbilo de los presentes.
Yo puedo decir, afortunada, que sobreviví a unas Navidades más. Pero amigos, ¿qué increíbles aventuras o desventuras nos depararán estas fiestas que se aproximan al galope y desvocadas, directas hacia nosotros?
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