sábado, 7 de noviembre de 2009

La noche de los muertos

Sábado 31 de Octubre. Doce en punto de la noche. Manolita se despierta sobresaltada, confundida por un intenso olor que su naricilla venía a situar en el jardín trasero de la casa.
Se levantó de la cama y se calzó sus pequeñas zapatillas rosas. En el exterior, una espesa niebla se posaba plomiza sobre el suelo. La ventana empañada no le permitía ver con claridad. Así que, dispuesta a adentrarse en la noche se lanzó escaleras abajo equipada con su linterna marca Disney.
La noches estaba fría. La nieblina se arremolinaba en torno a las piernas de Manolita a su paso. Tras la esquina de la casa se escuchó un crujido, el putrefacto olor se acentuaba en esa dirección.
Ella se encaminó hacia el lugar cuando de pronto, una mano destrozada, mostrando huesos y carne desgarrada salió de detrás de la casa para dejar paso a un cuerpo encorvado, cubierto de mugre, en el que los gusanos ya habían tenido tiempo de causas estragos.
La niña profirió un grito de horror. Tras el shock, de apenas unos segundos de duración, la chiquilla agrarró el rastrillo de jardín de su mamá y corrió hacia el cadáver que se dirigía torpemente en su camptura. Con un golpe certero clavó el rastrillo en la cabeza del muerto viviente y un puñado de gusanos brotaron de las heridas...
- Cariño, despierta. Hoy es Halloween -la mamá de Manolita la despertó con una caricia.
La niña abrió los ojos, se tiró en brazos de su madre y una sonrisa pícara de satisfacción ensombreció su carita...

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